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domingo, 12 de abril de 2015

Luisa.

Tenía sus defectos, como cada cual en el mundo. Al igual que todo el mundo le gustaba quedarse dormida en el sofá, leer un libro en su pensamiento porque no tenía tiempo para nada y conducir horas y horas para alejarse de aquello que no le gustaba de su vida mientras soñaba. Al igual que todo el mundo le gustaba su vida en pequeñas porciones, esto sí, esto no. tenía la manía de tocarse las uñas de los pies, de comer pollo para cenar, y de levantarse pronto, muy pronto, para tomarse un café mirando LOST en diferido, porque ella de Internet casi que no entendía, aun así el mundo de "meetic" lo controlaba bien. No sé si porque había perdido la esperanza en el género masculino o porque le encantaba reírse de las experiencias... Me acuerdo de ese dj de metro treinta, con gafas grandes y gabardina, y como me enviaste un SMS cuando aún no existía WhatsApp, Sili SOS, no porque le diera miedo sino porque el hombre en cuestión era un cincuentón dj que se pensaba que Tolstoi era un tipo de salsa. 
Como todo el mundo tenía sus defectos, era pesada como la que más y me repetía las cosas una y otra y otra vez, subía y bajaba las escaleras chillándome, diciéndome sili los deberes, sili los zapatos en medio del comedor, sili eres un desastre, sili a cenar, a cenaaar, a cenaaaaaaaaaar ..
Fumaba mucho, manía difícil, primero LM light, luego Pall Mall mentolado, hubo una época que quiso liar tabaco, pero se quedó en el intento, hasta le regalé un aparato para que los hiciera. Su color preferido era el lila, como el mío, su número el 18, 1 y 8( Omar y Cecilia) y su mes era septiembre, mes de dolor, el peor día de su vida fue el 14 de este mes. Le gustaba el café descafeinado, la leche semidesnatada, le encantaba la comida mexicana, y sobretodo el aguacate, y más sobretodo los berberechos de la marca "DANI". Cuando se quedaba medio dormida atracaba las pastas a granel que comprábamos cada lunes en el súper de al lado de mi casa, porque la compra de mi casa se hacia los lunes, ya que era el día que mi madre limpiaba la casa más grande que tenía. Nunca se compraba caprichos para ella, ni ropa, ni zapatos, ni comida y cuando de vez en cuando le traía Papa Delta su cara se iluminaba, el triangulito de la felicidad que decía... las papa deltas me recuerdan a ella, me dejo el queso, el queso es muy importante, queso semicurado de oveja, flor de esgueva o queso tou que decía, como el ventero.
No iba a la peluquería mensualmente, se teñía en casa, ese rojo lila que tanto quiero, a veces tenía tres minutos para cuidarse, corte rápido y secado al aire... siempre corriendo, siempre trabajando, siempre mirando por los demás, siempre cuidando de los demás. Que poco pensó en ella...
No usaba tacones nunca, pero tenía unos zapatos preciosos del natura, que cuando se los ponía paseaba por toda la casa corriendo con ellos, como si fuera una niña y su juguete nuevo, se sentía una princesa, aunque yo creo que lo hacía porque me hacia reír muchísimo. Ella, era mi suerte, y cuando teníamos esos momentos de confesiones, entre helado y los mejores espaguetis con sobrasada que he probado nunca, o esos macarrones que solo ella sabe hacer, o la tortilla de patatas que cambió mi vida, o ese bocadillo de sobrasada y queso que me alegraba mis días más oscuros, o su mejor invento lacitos con gambas, porque la gente me pregunto qué porque no como, que como es que como tan poco... no  me parece que nada tenga el sabor que ella le daba..
El día que le dije que quería un tatuaje casi me echa de casa, y luego me confeso que ella quería una mariposa en el hombro. Tenía la manía de descubrir todo lo que hacía, y de no decírmelo hasta que llegara el momento, como el piercing del ombligo que me lo hice con 16 y misteriosamente lo descubrió cuando cumplí los 18 justamente y claro "Ya eres mayor, ya no te puedo decir nada". Era muy, muy paciente conmigo, y yo era una adolescente muy, muy,  muy rebelde...
Nos peleábamos, como todas las madres e hijas, nos pasábamos horas mirándonos sin hablarnos y decía para enrabiarme más, Cecilia, conmigo vas coja... y yo le decía mama, tío déjame... eran nuestras frases de rabia total, y en dos minutos estábamos en el sofá cogidas mirando el internado.
Ella trabaja limpiando casas, con gente maravillosa, y discutíamos en la casa de san Antoni que nos ponía de mala leche, demasiadas escaleras para tan pequeña casa... pero esa casa me hacía pensar mucho...
Mi madre quería a sus hijos más que a ella misma, me lo repetía siempre, pero sus padres, su padre, era punto y aparte. Siempre he dicho que puedes necesitar a muchas personas en tu vida, pero siempre habrá alguien que supere al resto, en mi familia, esa persona es mi Yayo. Y para ella no era diferente, su padre, era su vida, y era mutuo.
Ella era una mina de buena música, cualquier canción del  mundo ella la sabia, a su manera, porque tenía la manía de inventarse las letras de absolutamente todas... En mi casa se escuchaba de todo,  pero ella le tenía amor a Rosana, y su canción era " sin miedo" aunque Whitney Houston era su artista preferida, y la canción que le hacía bailar como si estuviera poseída era una canción de Jocelyn Brown " somebody else's Guy" cuando la ponía en casa, a todo volumen se ponía a bailar y a sonreír como si le faltara el aire, el tiempo y en ese momento no habían problemas solo nosotras y nos volvíamos locas, nos subíamos al sofá, a la cama saltábamos por las sillas, encima de la encimera con cubiertos, o con lo primero que cogiéramos a modo de micrófono, un paraguas era la mejor guitarra que teníamos. Y sus mini postales de Monet eran nuestros espectadores, pero sabía que cuando mi madre ponía esa canción era porque no podía más, y estaba derrotada, así que no todo era tan bueno como parecía. Después nos sentábamos en el sofá y hablábamos horas. 
Tenía mucha ropa pero nunca se la ponía, pensaba que para limpiar con dos pantalones y varias camisetas tenía bastante, nunca lo llegué a entender, luego llegaba el fin de semana y parecía otra persona. La más preciosa y bonita de las mujeres. Y cuando se iba a Barcelona, la casa se quedaba vacía y la echaba mucho de menos. Ella decía que Barcelona la tranquilizaba, le daba paz, y yo no lo entendía, ahora sí. Ahora voy cada semana.
Al igual que todo el mundo ella llegaba tarde a los sitios, a veces, inspiraba aire para soltar mentiras de que todo estaba bien, respiraba problemas cargados de miedo y soltaba lo mejor que he conocido en la vida, la felicidad de saber que está ahí. 
Escribía, escribía cosas que nunca nadie ha escrito, era la mejor escritora que conozco, y sabia de escritores más que ninguno, de ella me viene mi pasión por la literatura. Me ayudo a aprender las mejores generaciones literarias la del 27, era nuestra preferida, y Pablo Neruda nuestro poeta por excelencia.
Mi madre y yo, éramos bastante iguales en muchos aspectos, y yo he heredado todo lo bueno que ella me ha enseñado de esta vida, y lo malo que he visto de ella, no me acuerdo porque simplemente para mi es lo mejor que me ha pasado en la vida, tener una madre como ella. 
Mi brujita me enseñaba química, la química del instituto, la química de las personas, y la química de todo en la vida. También solía hacerme creer que una vela podía producir un milagro, porque ella daba por hecho, que si deseabas algo con mucha, mucha, mucha fuerza se convierte en realidad. Se equivocaba. Yo deseo que vuelva cada noche, cada día, cada segundo. Y nada... Pero aun así siempre me quedaran todos aquellos bellos recuerdos, que guardo y que amo. 
Porque mi madre para mí fue más que una madre, fue mi profesora para enseñarme lo que sé de música, de literatura, de vida, fue mi jefa y me enseño lo que es el trabajo, la dureza de él y como la constancia da sus frutos. fue mi maestro, mi modelo a seguir, luchadora, trepidante, increíble mujer, fue mi hermana, porque hablar con ella era tan fácil como hablar conmigo misma, fue mi mejor amiga, porque me apoyo en tantos momentos que yo caí, que yo sufrí, fue mi padre, severa cuando tenía que serlo. También fue la mujer de mi vida, mi motor para continuar siempre, y la descubridora de Maldita Nerea, dato muy importante que nadie sabe, pero sobretodo fue mi madre.
Tenía una fijación con Paris, con Capri y otra por su pueblo, por el de mi familia, Valacloche. Pero París era su ciudad por antonomasia, nunca ha sido tan feliz como en ese viaje en "Vectra" a París, no lo creo, su cara, sus fotos, nunca la he visto así. Y es por ello que quiero que descanse ahí, es por eso que me voy a París.


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